sábado, 20 de agosto de 2011

La estrecha memoria







"Con todo esto lo que quiero decirte es que yo ya estaba harto de tanta caja, y estaba deseando salir de allí. Y llego a Argonne. El teniente comandante de la compañía me informa sobre el sector sobre el mapa: 'la de aquí es una trinchera que es de todos y de nadie. Ni la ocupamos nostros, ni la ocupan ellos. Está cortado el paso con caballos de frisia'. Aquella noche, después de cenar, me fui a dar una vuelta por allí, a tomar el fresco y empezar a tomar contacto. ¡Estaba tan oscuro! A unos pasos de la trinchera famosa, me doy de bruces con un tipo alto. Era lo último que esperaba: yo disparé primero, pero así como así, sin querer. El tipo cae, y yo me digo: 'Es imposible, debe estar fingiendo. ¡No puede ser tan fácil matar a un hombre!' Le di una patada en el culo, le puse el cañón del revólver en la nuca. No se movió. ¡Estaba bien muerto!... Lo que más me sorprendió es que fuera tan rápido. Había sido como soplar, y ya estaba... ¡Eso sí, todos los que han venido después me lo han puesto más difícil!...

—Yo no tengo claro cuándo comencé —dice el corpulento sangento de las pecas—. Fue durante el ataque a la cota del Poivre, en el 16... Hasta aquel momento, yo había hecho como los demás: nunca me había preguntado si llegaría a matar a alguien.. Aquella mañana habían matado a mi hermano, un crío de la promoción del 15, justo a mi lado... Una bala en el ojo izquierdo... Cogí dos morrales llenos de granadas, y las fui lanzando a una de sus zanjas. Oía cómo aullaban. Querían salir de allí, y yo les iba enviando al fondo a bombazos. Estuve tirando hasta que ya no se oyó nada más... Debían ser por lo menos veinte, todos juntos en aquella zanja enorme...

—Bueno —les digo—, yo ya he tenido bastante.

Llegado este punto, Conan ya está muy acalorado. Bebe un trago de aguardiente:

—Sí... Hasta la próxima. Porque estoy seguro de que habrá una próxima...

Y como yo se lo discuto, me contesta:

—Tú eres como esos que el día del entierro juran a la puerta del cementerio que nunca olvidarán al muerto. Harás como todos, olvidarás. Ya has empezado a olvidar... Yo me lo he solido decir a menudo: los que están realmente hartos, hartos de verdad, para siempre, bien hartos, son los muertos..."




Roger Vercel
Capitán Conan






martes, 16 de agosto de 2011

Suicidio en las trincheras





Conocí a un soldado raso
que sonreía a la vida con alegría hueca,
dormía profundamente en la oscuridad solitaria
y silbaba temprano con la alondra.

En trincheras invernales, intimidado y triste,
con bombas y piojos y ron ausente,
se metió una bala en la sien.
Nadie volvió a hablar de él.

Vosotros, masas ceñudas de ojos incendiados
que vitoreáis cuando desfilan los soldados,
id a casa y rezad para no saber jamás
al infierno al que la juvetud y la risa van.



Siegfried Sassoon (en versión de Eva Gallud Jurado)
"Suicidio en las trincheras", del poemario Contraataque


domingo, 14 de agosto de 2011

Un trabajo bien hecho





"En Battipaglia todo era cambio, lo que permitía un estudio directo de los efectos del bombardeo de saturación ordenado por el general Clark. El general se ha convertido en el ángel exterminador de Italia meridional, proclive al pánico, como en Paestum, y luego a la reacción violenta y vengativa, que provocó el sacrificio del pueblo de Altavilla, que el bombardeo borró de la existencia porque tal vez hubiera alemanes. Aquí hemos convertido Battipaglia en un Guernica italiano, una ciudad reducida a un montón de ruinas en cuestión de segundos. Un anciano que se acercó a pedir me dijo que casi no había quedado nadie con vida y que los cadáveres seguían aún bajo los escombros. Era muy verosímil, por el hedor y por los enjambres de moscas que entraban de los agujeros del suelo como una humareda oscura. No habían hecho nada por despejar las calles de los restos del victorioso ataque. Hasta tal punto que mientras permanecía junto al camión conversando con el anciano noté algo irregular bajo los pies; me eché a un lado y al mirar comprobé que lo que a primera vista me había parecido un montón de arpillera, en realidad era el cuerpo carbonizado y aplastado de un soldado alemán".